Mostrando entradas con la etiqueta fin de año. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta fin de año. Mostrar todas las entradas

lunes

LA REUNIÓN DE FIN DE AÑO - Un cuento de bibliotecarios


Se va el último usuario que quedaba y Gloria, la jefa de la biblioteca,  da su asentimiento: que se cierre la puerta y que comiencen los preparativos, y en el acto un movimiento alborotado, de voces altas y arrastrar de muebles, rompe el orden de las mesas alineadas en la sala de lectura, una detrás de otra,  y lo dispone en una sola larguísima mesa,  una al lado de la otra, pegadas; y mientras el  expansivo Juani, que se ocupa de las suscripciones, queda de guardia en la puerta para abrir a los invitados, los unos cuentan lugares y ubican las sillas y las otras van trayendo a la larga  mesa las comidas;  hay de todo: piononos, ensaladas rusas y de otras nacionalidades, pollo frío, un heroico bittel toné, empanadas, fiambres, y más cosas ricas que pareciera que será la última comida, y bebidas diversas,  y fuentes, platos y vasos que cubren  la superficie casi sin dejar espacios libres;  y luego de los ires y venires llega  el momento alegre y desordenado en que todos van a tomar sus asientos: Cata quisiera sentarse enfrente de Martín, pero Martín da vueltas charlando con uno y con otro y se demora, hasta que al fin  parece que se sienta, pero como solo parece, Cata queda en suspenso; a la izquierda de Martín se sienta Gerardo, el de Sistemas, y  al lado de Gerardo se sienta Ana, por distraída casualidad, ya que ninguno de los dos se hubiera buscado como vecino, y al lado de Ana se ubica Mabel, la de Hemeroteca, y al lado de Mabel se sientan Nu y Eve, como llaman a  las mellizas que trabajan en Administración, y a cuya cercanía quisiera mudarse Gerardo justo cuando en esa silla se sienta Mario, el jefe de Administración,  que llegó  invitado por Gloria, la que se ha sentido en deuda con él por el apoyo que le dio este año a la biblioteca y por cuya asistencia debió sofocar varias opiniones en contra de invitarlo, y luego se sienta Gloria  y a su lado Carlos, el que se ocupa  de  mantenimiento, y al lado de Carlos se sienta Susi,  seria y callada,  que es su  expresión de siempre  aunque no se corresponda con la situación, y a su lado Marquitos, que vino con su guitarra para tocar después y a  la que  ha sentado  a su lado,  como si fuera persona,  hasta que a  esa silla la requiere Mary y la guitarra, desplazada, queda apoyada contra la pared,  y en la siguiente Luciana, y en la que sigue Silvina, las dos de Procesos Técnicos, y al lado de Silvina se sienta Alejandro, el de atención al público, y al lado de Alejandro un chico pelirrojo que nadie conoce ni  sabe  por quién vino invitado, y  al lado del desconocido se sienta Alejandro el Magno, como lo llaman para distinguirlo de Alejandro y por cierta vanidad imperial, que le cuesta ocultar,  debido a  la excelencia de sus búsquedas bibliográficas, y al lado del Magno se sienta Richie,  el de la fotocopiadora,  que  guarda la silla de al lado para Juani, que abandona su guardia porque ya entraron todos y queda sentado en la última ubicación libre, a la derecha de Martín, que por fin queda instalado.  Y Cata, ahora sí,  viéndolo definitivamente sentado, inserta una silla a la fuerza entre Susi y Marquitos, apretujándolos,  y  queda ubicada bien enfrente de él.
- ¡Feliz año nuevo! –  saluda  alborozado Juani, vaso en alto y quitándole la primacía a Gloria,  a  todos en general y en particular  a  Richie que está  a su lado,  y Richie saluda al Magno, y éste al chico desconocido,  y éste a Alejandro, y  Alejandro a Silvina, y a Luciana y a Mary,   y de Mary el saludo corre  y pasa  a  Marquitos, a Cata, a Susi, y de Susi a Carlos, y de Carlos a Gloria, y toca hasta al resistido Mario, y luego a Eve, a Nu, a Mabel, a Ana, a Gerardo y a Martín,   en donde  la ronda, ya cumplida, se detiene y se apaga.  Todos sonríen, menos Susi pero no porque esté enojada, y empiezan el intercambio de delicias en los platos.
La biblioteca, silenciosa, ha seguido el  bullicioso brindis desde sus estantes.  Sabe que será tejido en la trama de los días por las manos de todos los que se han saludado. Ya lo ha visto antes y lo seguirá viendo cuando dentro de un año se complete otra vez la ronda  del tiempo que aún no  ha empezado.

Isabel Garin


(Pintura: Tiempo circular - Carolina Tapia)