Mostrando entradas con la etiqueta hombre. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta hombre. Mostrar todas las entradas

jueves

El Hombre de la Bolsa


Se ven muchos hombres de la bolsa por las calles, o de las bolsas que llevan los cirujas urbanos colgadas,  arrastradas, conservadas en los huecos que la ciudad les abre, apenas, para que se recojan de su intemperie  de  cemento y  letreros luminosos, pero hace tiempo   yo conocí al  verdadero Hombre de la Bolsa. Después de haberlo padecido de niña, con ese temor difuso que me generaba la amenaza de que ese hombre me cargara en su bolsa y me llevara no sé adónde, y luego, de más grande,  de haber descreído de él, un día  tuve que reconocerlo en toda su identidad. El Hombre de la Bolsa  existía. 

En realidad, primero conocí a la Bolsa.  Había salido a caminar por las afueras de mi pueblo cuando  encontré tirada una bolsa de arpillera sucia, arrastrada, abandonada a un costado del camino. Me despertaron curiosidad las formas que se insinuaban adentro de la bolsa y le pegué una patada cautelosa para adivinar el contenido.

Algo  rechinó, o se quejó, adentro. Algo  con vida, me pareció.

Del susto di un salto atrás, retrocedí y me escondí detrás de unos árboles. No más hice eso, apareció el Hombre. Había escuchado el quejido o chirrido, y  parecía enojado.  El Hombre miró a un lado y a otro del camino y yo me apreté contra el árbol para que no me descubriera. Me vino otra vez aquel  miedo infantil de que me hallara en falta por haberle pegado a su bolsa  y me cargara con él a un destino incierto,  y volví a imaginarme atada y apretada dentro de la bolsa sucia.  Era  alto y  oscuro, puro huesos, y  costaba imaginar que podía cargar esa bolsa grande y  pesada. No pude descubrirle el rostro, que estaba oculto detrás de un sombrero, de una barba negra y del cabello largo.

El Hombre dejó de escudriñar el camino, se acercó a la Bolsa y con un solo movimiento experto se la cargó a la espalda.  Y lo vi marcharse, con la Bolsa de formas  sugerentes colgada detrás.

Antes de perderse, creí  escuchar  de nuevo algún sonido emergente del interior de  la arpillera.