Esta metodología de envejecimiento tiene aplicación sobre papeles tales como
memos, notas, avisos comerciales,
catálogos, presupuestos, ofertas,
ofrecimientos no solicitados de cualquier tipo, y otros de índole parecida
en formatos impresos, que por algún perverso mecanismo inducen a pensar que
puede ser útil conservarlos para alguna hipotética situación futura y que por
eso no son arrojados a la basura de inmediato, tal como nace de un impulso natural que se reprime:
1) Se toma el papel del que se trate y junto con su molesta interpelación
se lo guarda en un cajón o carpeta. En este primer paso es
imprescindible que bajo ningún concepto quede a la vista.
2) Luego vuelve uno a sus actividades cotidianas, y personas y situaciones habituales, y se deja pasar un
tiempo más o menos largo, según los ímpetus de limpieza de cada cual.
3) Cuando el tiempo haya transcurrido un día se ejercita la limpieza y
cuando se abre el cajón o carpeta se encuentra el papel en cuestión ya envejecido.
La nota o memo, el aviso, presupuesto, catálogo, oferta, etc., ha perdido su poder interpelativo y demandante, y las fechas antes imperativas se han vuelto
liberadoramente caducas.
4) Entonces se lo tira. Se lo puede tirar con dos sistemas:
a) Hacer un bollo y
arrojarlo contra la pared o embocarlo a un cesto.
b) Sostenerlo con una
mano y con la otra rasgarlo de arriba abajo; tomar estas dos mitades y
volverlas a rasgar de arriba abajo, y proseguir con esta técnica hasta que
quede reducido a pequeñas fracciones irreconocibles.
NOTA: aunque es más
difícil guardarlas en carpetas o cajones esta metodología de envejecimiento
también puede emplearse para situaciones y personas.